martes, febrero 28, 2006

ESPERANDO EN EL ANDEN

EN LINEAS GENERALES SE PLANTEA LA PROBLEMATICA DE LA MUJER SOLTERA, QUE POR CIRCUNSTANCIAS DE LA VIDA, ESTA SOLA, NO DESCONOCIENDOSE QUE TAMBIEN, LOS HOMBRES SON AFECTADOS POR ESTE ESTADO, SEA POR ELECCION U OTRAS RAZONES QUE SOLO ELLOS(AS) CONOCEN. EL TEMA PUEDE SER ANALIZADO DESDE PERPECTIVAS DIFERENTES. EN ESTA OCASION, SE ESBOZAN IDEAS GENERALES CON EL MAYOR RESPETO HACIA MIS AMIGAS Y A QUIENES SE SIENTAN INTERPRETADOS.

Cecilia es una de las tantas pasajeras que no pudo embarcarse o como, despectivamente, se indica “La dejo el tren”, cuarentonas, cincuentonas... da lo mismo, mujeres al fin que han hecho de su soledad el cómplice permanente de su nostalgia. Feminas que por diversas circunstancias o tal vez porque era su destino, como se argumenta livianamente, hoy carecen de una pareja. ¡Cómo quisiera tener un compañero para salir!, para compartir una rica cena, una caminata, una tarde de compras, alguien con quien hablar, de quien despedirse con un buenas noches y que más decir con ¡un buenos días mi amor! sollozaba mi amiga, dando señales de una conformidad que la acompaña para no caer en el abismo porque ¡debo seguir viviendo! exclama con altivez sin ocultar, su rostro, la tristeza que la embarga.

Mujeres -profesionales- con un pasado, que quisieron construir una familia, hacer historia más allá de los estudios que tienen, los magister y viajes por el mundo, sienten la necesidad de amar, de volcar ese cúmulo de emociones y sentimientos en un hijo, en un hombre capaz de entender y disfrutar los matices del amor. Solteronas, despectivamente, se les dice desconociendo que el peso de ese estado ha tenido un enorme costo, sobre todo, para quienes no eligieron esa opción.

Anhelan sentir los pasos de ese alguien, que desnuden sus cuerpos, susurren en sus oídos y desgarren sus encajes íntimos con manos presurosas en busca de una pasión desenfrenada, ¡para qué hablar de un orgasmo! a muchas de ellas -en conversaciones sostenidas- se les ilumina el rostro sólo con saber que pueden despertar pasiones, que están preparadas para amar y, que dentro de sí, hay un cúmulo de energías que quieren vaciar, sin límites, en un hombre abierto a los encantos y frenesí de una mujer que sueña en convertirse en hembra, porque en el fondo de su ser y, en el recuento de su pasado, hay un capítulo inconcluso que quieren sellar. Imaginariamente esbozan el escenario del placer, como la actriz que entrara en escena escoge sus mejores atuendos, elige cautelosamente los encajes que moldearán su delicada y frágil figura, sus manos se esmeran preparando delicados bocados para degustar y unas velas aromáticas aguardan el calor de ese fuego intenso que emanará cuando llegue el actor. La función -en términos de espectáculos- debe comenzar, sólo que el público por esta vez, no existe. Mujer y hombre, macho y hembra se entregarán a los encantos de deslizar sus manos, mientras sus lenguas, como desgarradas, juguetean en el entorno de labios calientes y carnosos, presurosos también, de esparcirse por senderos que los llevarán a un sexo húmedo ansioso, abierto y dispuesto. El silencio inunda el espacio, las miradas se cruzan, los brazos se extienden, respiraciones agitadas colman el lugar, y quejidos de éxtasis develan la intimidad de una pasión desbordada, donde sólo hay cabida para dos.
R & D

lunes, febrero 06, 2006

DISEÑADAS PARA VESTIR...ARRANCADAS PARA SENTIR



¡ Si esta falda hablara!, susurraba mi amiga Begoña mientras ordenaba su ropa y, como yo estaba a su lado, repliqué ¿Como quieres que la falda hable? si es tan sólo una prenda de vestir. Lo que desconocía es que esa falda, tipo gitana con encajes incrustados, y al igual que otras prendas, han sido mudos testigos de encuentros pasionales donde sin piedad alguna, son tirados o arrastrados por la fuerza del momento.
Compramos nuestra ropa poniendo lo mejor de si para elegir las más hermosas, que nos queden bien y ,si más aún, resaltan nuestros atractivos ¡ tanto mejor! Y... para que hablar de la lenceria: muchos encajes sofisticados, diseños y diminutos adornos que serán el complemento ideal de un cuerpo armonioso a la hora de lucir y sentir.
Begoña sigue calmadamente ordenando su ropa, como si quisiera que nada, ni nadie interrumpiera esos recuerdos que inundan su mente. Así es, visualizamos en su rostro sonrisas pícaras, suspiros profundos y, hasta un sutil oler de cada prenda que pasaba por sus manos. ¡ Es que no siempre tenemos la intimidad que quisiéramos! reclamaba, a veces el lugar y el tiempo son como las luces amarilla y roja de un semáforo que permanentemente titilan, como precaviendo situaciones que no quisiéramos lamentar.

Es por ello, agrega, que la ropa es cómplice silenciosa de encuentros furtivos, plagados de emociones en una desenfrenada carrera de pasión, donde las prendas - literalmente- vuelan; y así como los cuerpos se funden, colaless y slip;sostenes y camisetas; short y faldas se confunden diseminados en cualquier lugar, éstas no logran entender que, luego de haberse demorado tanto en comprarlas, eligiendo las más hermosas y protegidas en el closet, hoy están a la deriva... por ahí, no recordando, siquiera, si fueron sacadas con la delicadeza de manos femeninas o arrancadas a presión por las manos fuertes de un hombre ansioso. ¡ no quedaba otra! Por cada prenda que mi amiga coge, vuelve a exclamar ¡ si esta falda hablara! - es que cada una de ellas guarda un recuerdo- y, hasta, conserva el olor de ese mágico momento que, a la luz del día o con el crepúsculo del atardecer, forman parte del legado que celosamente atesora esta mujer. No contenta con el relato efectuado y, que he tratado de comprender, la seriedad se apoderada de su rostro y de sus ojos emergen suavemente gotitas como preámbulo de una voz femenina pero enérgica: Ellas(ropa interior) tienen impregnadas el olor a hombre, ese seductor aroma de macho ardiente, colaless que ya no tienen todos sus encajes, sostenes carentes de broches y más de un signo del éxtasis del placer pintado en ese bella falda hoy guardada en un closet pero, vigente siempre en las evocaciones de esta mujer, cuidadosa con su vestimenta pero atenta a desprenderse de ella,- como un árbol que se deshoja,- cuando se entrelace con un hombre capaz de sacar las hojas hasta sentir el aroma de mujer.


R&D