lunes, junio 12, 2006

CUANDO HABLA...MI CUERPO


Cuando ya no existe deseo de estar con su pareja es necesario construir espacios de intimidad, comentaba un sicólogo amigo, refiriéndose a una de las principales disfunciones sexuales femeninas, cuyas causas son complejas y no es mi afán analizarlas en este artículo. Por el contrario, y producto de conversaciones sostenidas con algunas amigas , concuerdan en que hay hombres que tan sólo con verlos despiertan " mis más bajos instintos", dice Colomba; " de solo saber que lo veré, mi cuerpo se dispone" acota Helena, mientras que Maribel va más allá ... " sé lo que me espera" refiriéndose a los encuentros ocasionales que tiene con ese hombre que tan sólo con escucharlo, su corazón se acelera, como marcando el ritmo de esa ardiente cita, donde no existen límites para el placer. Ahondamos más en este candente tema y consultamos ¿qué tiene ese hombre, que no tenga tu marido, pareja( según sea el caso)? ¿por qué tu cuerpo tiembla cuando él está a tu lado? ¿por qué tu mirada de mujer fuerte y segura es vulnerable frente a sus ojos? ¡ en fin! podríamos seguir con las interrogantes pero ello nos llevaría a dilatar más el tema, donde el fuerte es el deseo común de las mujeres frente al hombre que despierta las más variadas fantasías.
Existe una predisposición especial y cautivadora de mis congéneres a la hora de encontrarse con ellos, desde el colgar sus prendas de uso cotidiano para elegir cuidadosamente esos encajes que - sin duda- darán un sugerente toque sensual a ese cuerpo dispuesto a sentir, a gozarlo todo, porque conocen la conducta sexual, se han compenetrado con la virilidad de ese macho que con voz cautivadora susurra ideas, labios calientes que inician un zigzagueante juego , manos firmes, que con delicadeza dibujan el contorno de ese cuerpo tembloroso. El sólo mirarlo me hace desearlo, más aún... cuando siento su cercanía, su cuerpo abrazándome , su respiración agitada, sé que esta cercano a mí su sexo ... el esperado momento llegará, no sin antes sentir la suavidad de esas manos ardientes que, cautelosamente, han explorado mi ser, comentaba emocionada Helena, al evocar uno de los momentos mágicos vividos junto al hombre, capaz de despertar en ella los deseos más lujuriosos que toda mujer lleva dentro, sólo que algunas se atreven a reconocerlo, mientras otras, guardan sigilosamente, con nostalgia, las ganas de gritar... pero deben callar.

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